Historia de la botella de vino

30 de abril de 2021 0 Por Sandra A. G.

De las vasijas de Barro a las botellas de vidrio.

Actualmente, el vino se presenta en varios formatos. La forma más frecuente es en botella de vidrio de 750 ml (mucha gente piensa que es un litro, pero no) aunque también la podemos encontrar en formato de bag in box e incluso brick.

Como explicamos de forma rápida en “¿Cuál es el Origen del Vino?” los primeros recipientes para contener el vino eran de barro y se conocían con el nombre de ánforas. En el Antiguo Egipto y la Antigua Grecia, en ocasiones se usaba la piel de cabra para transportar el vino y se dejaba la pata sin la pezuña a modo de cuello de la botella. En la Antigua Roma se continuaba usando el barro para almacenar el vino, aunque también comienzan a aparecer los primeros vidrios, pero no eran nada resistentes y en los viajes muchos de ellos se rompían. Sin olvidar la barrica que tiene un gran uso para almacenar el vino en las primeras bodegas.

No es hasta el siglo XII en Venecia donde se inicia la verdadera historia de la botella de vidrio de la actualidad.

Durante el siglo XVII, el vino fue ganando prestigio y fue introduciéndose en las mesas más selectas por lo que fue necesario comenzar a trabajar con otros materiales más acordes al estatus de la bebida. Con este propósito, los componentes del vidrio fueron mejorándose . También, perfeccionaron la técnica del soplado, por lo que la forma era más redonda y con el cuello corto. Más tarde, con la aparición del champán y los vinos espumosos, los expertos tuvieron que reformular la técnica para que la botella aguantase el gas carbónico sin romperse.

Durante estos siglos, comenzó a preguntarse el porque del uso de una botella de 750/800 ml y para tratar de responder a esta cuestión surgieron diversas teorías. Una de las teorías lo achacan al consumo diario que realizaba un romano de vino. Otra teoría se debe a la capacidad pulmonar de los sopladores del vidrio de la antigua Venecia, ya que si soplaban varias veces dificultaban el secado de las botellas. La otra teoría y más posible, la asocian a la época medieval y al galón inglés. Hasta la fecha el consumo habitual era un galón (750 ml son una quinta parte) pero los comerciantes empezaron a usar un tamaño más pequeño, ya que era más fácil de transportar y almacenar.

Hasta principios del siglo XIX, el proceso de fabricación de las botellas se mantuvo de forma similar. En 1821, H. Ricketts & co. Glass Works Bristol creó un molde para facilitar la elaboración de botellas de forma mecánica y conseguir que las botellas salieran de forma uniforme. Aunque la sociedad tuvo que esperar llegó hasta 1904 para que Michel Owen inventase la embotelladora para alcanzar mayor velocidad en el proceso de embotellar.

Finalmente, en 1970 se estableció un tratado para que todos los países tuvieran la misma capacidad estableciendo una botella estándar de 750 ml, aunque es cierto que en la actualidad hay gran variedad de tamaños y formas para las botellas.

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