equilibrio, color y modernidad enológica: rosado mezclando uva blanca y tinta
Día 3 de 24 de nuestro calendario de adviento 2025.
El vino rosado ocupa un lugar cada vez más destacado en el panorama vitivinícola gracias a su versatilidad, frescura y atractivo sensorial. Aunque existen diversas formas de obtenerlo como el sangrado o la maceración breve, una técnica menos conocida pero igualmente interesante es la elaboración de rosados a partir de la mezcla de variedades blancas y tintas. Este método permite crear vinos con perfiles aromáticos complejos y una identidad propia.
La elaboración comienza en el viñedo, donde se seleccionan cuidadosamente las variedades blancas y tintas en función del estilo final buscado. Las uvas blancas aportan frescura, vivacidad y aromas florales o cítricos, mientras que las variedades tintas ofrecen color, cuerpo y notas frutales rojas. La vendimia suele realizarse de manera temprana priorizando la acidez y la expresión aromática al igual que para la elaboración de vinos jóvenes.
Una vez en bodega, las uvas pueden procesarse juntas o por separado. En el primer caso, los racimos de uvas blancas y tintas se prensan de forma conjunta. Este prensado suave permite extraer el color de las uvas tintas sin llegar a obtener un mosto oscuro, logrando ese tono rosado característico. En el segundo caso, cada variedad se vinifica por separado para posteriormente realizar la mezcla del vino blanco y del vino tinto base. Esta técnica, aunque menos tradicional en algunos países, es valorada por permitir mayor precisión en el vino final.
El mosto, ya rosado por la presencia moderada de pigmentos de la uva tinta, se somete a un desfangado para eliminar impurezas y obtener un líquido limpio y apto para fermentar. La fermentación alcohólica se lleva a cabo en depósitos de acero inoxidable a baja temperatura para preservar intactos los aromas primarios.
Una vez finalizada la fermentación, el vino se clarifica, se filtra y se estabiliza para asegurar su brillo y pureza. Rara vez se somete a largas crianzas, ya que el estilo rosado busca ligereza, frescura y expresión inmediata.
El producto final es un rosado moderno, expresivo y versátil, capaz de acompañar desde aperitivos hasta cocina mediterránea o asiática. La combinación de variedades blancas y tintas no solo amplía las posibilidades sensoriales del rosado, sino que también demuestra cómo la creatividad enológica puede dar origen a vinos con personalidad propia, llenos de matices y equilibrio.
¡Vamos a por los datos técnicos!
Nombre: Victoria
Añada: 2024
Variedades: Garnacha, tempranillo y viognier
Nombre de la bodega: José Pariente
Localización: Vino de la tierra de Castilla y León
¡Despertando los sentidos! ¡A descorchar!
El vino se presenta limpio, con una intensidad media y un atractivo color salmón, que invita a su degustación.
En nariz, tiene una intensidad aromática media, donde se perciben principalmente aromas primarios de frutas rojas como la fresa, la frambuesa y la cereza, acompañadas de notas de frutas negras como la mora y el arándano. A estos aromas frutales se suman delicados toques florales, destacando los pétalos de rosa y el jazmín, lo que añade complejidad al perfil olfativo.
En boca, el vino se muestra seco, con una acidez media que otorga frescura y equilibrio. Los taninos son suaves, casi imperceptibles, lo que contribuye a una sensación de suavidad y redondez. El cuerpo y el alcohol son de intensidad media, con una estructura armónica que permite que los sabores, que recuerdan a las frutas y flores percibidas en nariz, se mantengan presentes durante la cata. El final es de persistencia media, dejando una agradable sensación en el paladar.
En términos generales, se trata de un vino fácil de consumir, con buena calidad y apto para disfrutar en el corto plazo. Si bien no está diseñado para un envejecimiento prolongado, podría mantenerse en buenas condiciones durante un par de años. Este vino acompañaría perfectamente platos como arroces o pastas, resaltando sus sabores sin opacarlos.
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